Todos terminan solucionando sus problemas vía la corrupción que aceita una maquinaria de empleados que ostentan el contrato colectivo de trabajo más envidiable y denunciado de México: los grupos de técnicos que reparan un transformador llevan un motivador para animarles en sus tareas, las secretarias no pueden contestar el teléfono del escritorio de junto so pena de ser castigadas por invasión de funciones, reciben viáticos hasta de tintorería, venden una plaza hasta en 200 mil pesos y entre sus prestaciones, además, han llegado a exigir delfinoterapia para tratar a sus enfermos.
El asunto no tendría mayor importancia salvo porque esto sucede gracias a que un sindicato abusivo (de simpatía perredista) se ha puesto de acuerdo con varios gobiernos miedosos (de PRI y PAN) para saquear a todos los mexicanos 42 mil millones de pesos al año.
El arreglo político es simple: el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) amenaza con “bajar el switch” a la capital e inundar sus calles con manifestaciones, ante lo que los gobiernos federales dan su brazo a torcer y les llenan de prebendas aun en crisis. El resultado: una compañía ineficiente que cuesta a los mexicanos más dinero del que quiere recaudar el Presidente con su nuevo 2%. Según se ha estudiado, si LyFC funcionara como la CFE no costaría al erario y necesitaría sólo a 9 mil de los 44 mil trabajadores que tiene en su nómina. El exceso de empleados es explicable: usa a unos para operar la empresa y a otros para hacer marchas políticas.
Y ahí esta la coyuntura: a más tardar el 8 de octubre, la STyPS tiene que definir si reconoce como secretario general del SME a Martín Esparza, quien en una cuestionada reelección dice que ganó a Alejandro Muñoz Reséndez, impulsado desde el gobierno federal.
Esparza, según sus actas, venció por 352 votos, de más de 55 mil emitidos, pero para la dependencia a cargo de Javier Lozano hubo secciones sindicales como la de Hidalgo donde se registraron más votos que trabajadores inscritos en el padrón. Y eso, en parte, argumenta para retenerle su reconocimiento como líder, para no darle su toma de nota, como se dice oficialmente.
Antier se reunieron en privado Esparza y Lozano. Terminó mal. El asunto agenda para las próximas dos semanas una competencia de músculo entre Calderón y la dupla AMLO-Ebrard, en el DF, donde los perredistas juegan de locales y los panistas necesitan el dinero.
SACIAMORBOS Listos Ejército y CFE por si las venciditas se juegan en torno a un switch.















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