martes, agosto 11, 2009

Lo desastrozo es relativo

A_Mammal_by_QuaikerOatmeal



Por: Sergio de Régules

¿Eres mamífero? ¿Te gusta existir? ¿Disfrutas la compañía de otros mamíferos como tú (tu perro, tu gato, tu novio)?

Pues dale gracias a la tremenda extinción en masa que borró del mapa al 75 % de las especies que habitaban la Tierra hace 65 millones de años. La extinción del cretácico trastocó el orden ecológico del planeta y le dio un manotazo a la rueda de la fortuna.

El grupo de especies terrestres que dominaba en esos tiempos eran los dinosaurios. En México les decimos dinosaurios a los políticos corruptos, retrógrados y trasnochados (o sea, casi todos y de todos los partidos), como si ser dinosaurio fuera sinónimo de caducidad, podredumbre y fracaso; pero los dinosaurios, al contrario, eran organismos muy exitosos desde el punto de vista evolutivo: los había de muchas especies distintas, y ocupaban los más variados nichos ecológicos. Eran los poderosos del momento. Y no sólo del momento: como grupo de especies robusto y numerosísimo llevaban ya 100 millones de años de existir, ¡y los que les faltaban!

Al mismo tiempo que los dinosaurios habían evolucionado unos bichos chiquitos, peludos y escurridizos que alimentaban a sus crías con leche del cuerpo de la madre. Los mamíferos ocupaban los nichos ecológicos que dejaban los dinosaurios; las migajas de éstos, digamos. No había grandes depredadores mamíferos porque los puestos de gran depredador estaban ocupados por dinosaurios. Nuestros tatarabuelos mamíferos fueron humildes y no tuvieron oportunidades por espacio de 100 millones de años...

...hasta que el entorno cambió violentamente. He aquí la reconstrucción de los hechos: hace 65 millones de años un cometa de 10 kilómetros de diámetro impactó la Tierra con tal energía, que fundió una parte de la corteza, levantó millones de toneladas de roca y polvo y produjo incendios por todo el planeta. La nube de desechos se extendió por la atmósfera. La Tierra se cubrió de un velo negro de oscuridad. Como el polvo no se disipaba, murieron muchísimas especies de plantas, de organismos marinos microscópicos y de mamíferos. También sucumbieron todos los dinosaurios. En los estratos geológicos no se encuentra ni un fósil de dinosaurio después del periodo cretácico. La transición entre el cretácico y el terciario está marcada por una fina capa de material oscuro rico en iridio, capa que se encuentra en los mismos estratos por todo el planeta y que hoy se interpreta como el residuo del objeto que impactó la Tierra hace 65 millones de años.

La noche eterna cayó sobre el 75 % de las especies del planeta, pero para las restantes nació un nuevo día lleno de oportunidades. Los mamíferos empezaron a proliferar y tomaron posesión de los nichos desocupados. Pasaron 65 millones de años llenos de acontecimientos emocionantes que, empero, me saltaré, y hoy henos aquí (desde hace unos 40,000 años). Los paleontólogos coinciden en que sin la gran extinción del cretácico el árbol de la vida (cuyas ramas son las especies) hubiera crecido en otras direcciones. Quién sabe qué habría hoy. La evolución no se puede predecir porque su mecanismo (la selección natural) responde sólo a las condiciones del aquí y ahora y porque la vida está llena de sorpresas, como descubrieron los dinosaurios. Lo que es casi seguro es que no habría humanos.

¿Diremos del impacto del cretácico que fue un desastre? Sin ese desastre no existiríamos, y quizá seguiría habiendo dinosaurios. Lo desastroso es relativo.

Pero también lo puede ser lo afortunado: es suerte para nosotros que estemos aquí, pero le importa un comino al frondosísimo árbol de la vida, que como los árboles de verdad, retoña en otras direcciones cuando le cortan una rama.

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